Feliciano Centurión, Roberto Fernández, Silvia Gai y Mónica Girón son sólo algunos de los artistas plásticos argentinos que se valen de la costura, del tejido y del bordado para realizar obras, en una reivindicación que no parte de las mujeres como forma de revalorización de tareas femeninas. “En China y en otras civilizaciones de Oriente los que bordan son hombres, mientras que en Occidente se piensa que se trata de una actividad de mujeres o, más aún, femenina”, afirma Roberto Fernández. A continuación, los cuatro artistas hablan sobre sus obras y dicen qué significa hacer arte con esa actividad que en Oriente realizan los hombres. [...]
“Aprendí a bordar en el colegio de monjas y también me enseñó mi tía Filomena”, afirma Silvia Gai, quien conoció el oficio como se debe, transmitido por sus mayores. En estos momentos Gai está tejiendo pulmones, corazones, trompas de Falopio y ovarios; para que los órganos se mantengan rígidos hierve el tejido en almíbar, según un viejo método casero, Para esta artista el acceso al bordado y al tejido fue un reencuentro con sus raíces y sus re cuerdos: “Empecé a pintar y me di cuenta de que la pintura nome producía nada. Un día encontré algunas cosas que había tejido de chica, era parte de mi infancia y de mi adolescencia, algo cotidiano y doméstico. Decidí hacer obra con eso”. Ver la obra de Gai es corno recorrer la vidriera de una casa de blanco: almohadones, delantales, sábanas y camisones, todo bordado por sus manos. En su obra hay una tensión entre lo artesanal y lo conceptual, en sus bordados se pueden leer las siglas HIV, una solicitud de análisis de HIV, perfiles de profilácticos y de moscas aplastadas en la tela. La artista plantea una tensión entre la enfermedad y la cura: “Bordar es un acto de amor, uno borda para alguien y esa dedicatoria y ese amor son una forma de paliar la temática que yo uso, sobre todo las