En los últimos años, Silvia Gai se ha destacado en el panorama artístico de Buenos Aires con sus objetos de manufactura “femenina”. Su obra, de auténtica originalidad y notoria actualidad, se funda en los bordados, los encajes y los tejidos de crochet. Las piezas que integraron la muestra “Tajos Bajos”, en 1996, eran órganos humanos expuestos al deterioro –corazones, pulmones, úteros, columnas vertebrales– tejidos al crochet y endurecidos con azúcar, una antigua técnica de artesanía femenina.
En los objetos expuestos en esta oportunidad, Gai renueva su lenguaje sin abandonar la aguja de crochet. Nuevamente teje “órganos humanos”, pero lo hace con muchísima mayor libertad formal. Utiliza, en lugar de lana, un material denominado Alamtec, un alambre de cobre para bobinas de motores, en oportunidades rojo anodizado. En esta ocasión, además, los “órganos” no son fácilmente identificables, no se consagran a la simulación. [...]
Lo que hace Gai es presentar un espacio con desvíos e ironías. Es una operación de deslizamiento. Los fragmentos humanos, blandos, pero con reflejos metálicos inducen los efectos de un “sentido suspendido”. Esto parece tener alguna similitud con el automatismo simbólico surrealista, otro medio activador de significancias.