La transferencia que opera la artista cumple con los mismos cánones de la Histología, cuerpos perfectos para poder donarlos, sin omitir que los órganos viajan en frío. Otros tejidos corporales están expuestos en vitrinas como síntesis de la puesta en acto totalizante o suma instalada.
De todo lo expuesto, habrá que distinguir las afinidades, la compatibilidad y la familiaridad que está en los órganos y su singularización en imagen.
Como Cronenberg en sus films, en su pensamiento artístico Silvia Gai apela al modelo exógeno para obtener la atracción anamnésica. Fundamentalmente en “Crash” y en “La Mosca”, sin excluir el “Pacto de Sangre”, el cineasta transmite su contagiosa gemelidad narrativa del uno dividido en dos biológicamente.
Por último, pensando en el ensayo realizado por Gilles Deleuze sobre “El Pliegue”, existe en la obras de Silvia Gai un pensamiento teórico del preformismo y del encajamiento, resabios de una vida biológica y microscópica. Los hechos que conducen ahora al desarrollo y a la evolución, han invertido su sentido, puesto que ahora designan la epigénesis, es decir, “la aparición de organismos y de órganos que no son ni preformados ni están encajados, sino formados a partir de otra cosa (símil lana) que no se parece a ellos; el órgano no remite a un órgano preexistente, sino a un esbozo mucho más general y menos diferenciado”. Entonces, la artista, sin olvidar los principios de la razón aumenta con su grito visual: todo no es órgano, pero hay órganos por todas partes... Y como dice el filósofo Leibniz, “No hay universalidad, sino ubicuidad de lo viviente”.