La mayor parte de la llamada comunidad underground de Buenos Aires no se negó al convite, un verdadero aquelarre.
¿Es el punk un fenómeno de penetración cultural? Aunque casi sacrílega en ese contexto, la pregunta era inevitable. "En absoluto –responde el dúo–. Expresa la agresividad real. Pero los verdaderos punks no se disfrazan, sobreviven más allá de la General Paz, marginados en serio. Vivir con 180 australes por mes ¿no es acaso ser punk?"
Parece prematuro juzgar los resultados de esta experiencia que reunió a plásticos, fotógrafos, cineastas, actores y músicos. Maresca lo admite, y sólo espera que El paraíso de las Bestias (como se denominó a la kermesse) abra el camino de la irreverencia.