[...] Maresca arma su sala para poner en relieve esta contraposición de imágenes. A primera vista puede parecer macabra su instalación, sobre todo la selección de los materiales con los cuales ambienta su búsqueda para transmitirnos sus reflecciones [sic] sobre la eventual salvación del alma del hombre. El dorado con el que reviste los confines del espacio representa el oro, el metal más puro, meta final en el proceso de la purificación por el fuego, símbolo de la liberación del espíritu que se separa de todo lo que no resiste el abrazo de las llamas. El rojo es aquello susceptible de transformación, la "prima materia" del opus alquímico. [...]
Maresca, pretende lograr una profunda poética a través de elementos que nos motivan incomodidad, hasta rechazo. No es su intención el efectismo, el golpe bajo, el impacto rebuscado. No quiere escandalizarnos, sino forzarnos a darnos cuenta de las profundas verdades que hay detrás de las superficies materiales, no importa que tan inquietantes sean. Su mensaje surge de la esencia, del eterno proceso de las transformaciones inherentes a cualquier tratamiento de los residuos, desde lo más pragmático y profano hasta lo más profundo y sagrado, y del poder purificador del fuego, proceso que da el temple a la materia más noble.