¡Y yo no iba a llevar una escultura ahí! ¿qué iba a poner, otro fetiche entre los fetiches? Así que se me ocurrió exponer libros y quemarlos. Trabajé haciendo un diseño que es como una víbora que se come la cola. Es un círculo, una cinta de mohebius [sic] que es el símbolo de lo infinito. Una cosa que se devora a sí misma, la filosofía. Ese acto asqueroso de tragar, escupir y cagar teorías, comiéndonos a nosotros mismos.
Así que hice este monstruo con una estructura de caño, y vacié mi biblioteca desde Shakespeare a Freud. El PLACER de ROMPER LIBROS. [...]
Es además del odio a la literatura, la necesidad de purificar las palabras. Salir del HARTAZGO. Somos chorizos de palabras. [...]