En un gesto similar, pero con una (literal) vuelta de tuerca, la escultora Liliana Maresca fue desarmando, página por página, los libros leídos de su biblioteca. Y con esa montaña de papel impreso construyó una enorme serpiente, de veintiséis metros cuadrados, que se muerde la cola, y que lleva por nombre "Ouroboros", tomado del médico y alquimista Paracelso.
El destino de los libros es el fuego, o la mugre, o los gusanos. Pero la artista, invitada a participar de una muestra de escultura en la Facultad de Filosofía y Letras, pensó en sacarse de la cabeza todos esos libros y ponerlos a funcionar de otra manera. Así fue que, solita, surgió la tentación de la serpiente, un círculo recursivo hasta el infinito hecho de libros (especialmente de libros que explican teorías) sobre libros.
En la obra que la escultora fabricó para Filosofía y Letras, se lee una imagen ciertamente corrosiva de las filosofías y las letras, y de la institución universitaria a la que ve como un recinto que se cierne sobre los libros para hacer un círculo y velar por él, como se (no)vela por los muertos. Esta es una de las probables causas por las que el “Ouroboros”, no pasó inadvertido en la citada casa de estudios. Incomoda a ciertos dirigentes estudiantiles que lo miran torcido y a estudiantes que ya lo destruyeron parcialmente y se sienten agredidos por la rotura de tantos libros [...]