No fue el primer retrato de Aizenberg realizado por Rivas: en 1967 ubicó a su modelo impecablemente vestido en "La Quema", denominación del sitio y al mismo tiempo método con el que entonces se trataba a los residuos en Buenos Aires. Esta toma, incluida en el catálogo de la consagratoria exposición que Aizenberg efectuó en el Instituto Di Tella en 1969, formó parte de los originales aportes que el Departamento de diseño gráfico y Rivas, al frente del área fotográfica, realizaron para esa organización, elaborando ejemplos notables de comunicación institucional. Aquí el marcado contraste entre el personaje y su entorno pone una nota inquietante, acorde con el clima insólito que puede verse en muchas de las obras del retratado.
La mirada y la brújula
Rivas no andaba con la cámara a cuestas. Fue famoso por deambular con una brújula en el bolsillo. Si una locación despertaba su interés, le servía para orientarse respecto a la dirección de la luz y retornar cuando las condiciones fueran las deseadas. Luego, tal vez midiera la intensidad de la iluminación durante largas horas, al cabo de las cuales, podía concluir que ese instante perfecto de claridad, penumbra o sombras esplendentes había huido y era conveniente capturar la imagen en otra jornada. Este procedimiento reflexivo da cuenta de la importancia que atribuía a la concepción de la obra. En principio hay que situar el contacto con el motivo