y animales muertos y desollados se inspiran en la más rancia de las tradiciones pictóricas y, como en ella, se regodean en brillos y texturas, al tiempo que instituye modernas vanitas.
Huellas de la Guerra Civil Española
En 2006 Rivas culminó, con una exposición que recorrería Catalunya, un trabajo de décadas siguiendo el rastro de los vestigios de la Guerra Civil que aún perduraban en varias regiones de España. Se mostraron allí paisajes de pueblos en ruinas, destruidos por bombardeos que aún crispaban los sentidos con solo verlos, pueblos como Belchite o Corbera D’Ebre, que vueltos a construir a poca distancia, eran visitados por sus antiguos pobladores en peregrinación evocativa. También se incluían, entre estas imágenes, los búnkeres en las playas, con leyendas republicanas grabadas a punta de bayoneta: “No pasarán”. Y, sin embargo, pasaron y todo lo arrasaron.
A los escenarios con vestigios de destrucción o de fusilamientos –como el muro de la iglesia de Sant Felip Neri en Barcelona– hay que añadir una serie de retratos de mujeres y hombres que ya ancianos, parecen revivir en sus gestos, cuando no en sus mutilaciones, el horror, el atropello, la vergüenza de un furor desatado entre compatriotas, entre miembros de una misma familia, entre hermanos.