Horacio Butler
La sirena, 1930
Aquiles Badi
A Alberto Morera
"Lafresnaye", 1930
Antonio Berni
Toledo y el religioso
o El fraile, 1928
El 15 de octubre de 1920 la aparición de la revista
L’ Esprit nouveau, creada por los pintores Amédée Ozenfant, Charles-Édouard Jeanneret y el poeta Paul Dermée nuclea el nuevo pensamiento en torno a una estética fundada en las leyes eternas del arte de construir. Cocteau, junto a André Salmon, Adolf Loos y Élie Faure, entre otros, figuran entre sus colaboradores. Desde sus páginas, la renovación de las ideas y del arte que todos ellos proclaman, se expande por sobre el ánimo de aquellos artistas atentos al cambio, tal como apunta Horacio Butler, agudo observador de todo cuanto acontece en el contexto cultural del momento.
Por su parte, para la crítica italiana Margherita Sarfatti, la Escuela de París es una suerte de puzzle compuesto por individualidades ávidas de experimentación:
“Hay quien afirma que la Escuela de París no es escuela, sino más bien un clima y un ambiente espiritual, singularmente propicio para el desarrollo de muchos osados modernismos pictóricos y para estimular la formación de talentos individuales sin darles una pauta colectiva [...] El individualismo de cada uno se hermana con el de los otros sin confundirse en la corriente general [...] se puede afirmar que todos ellos se alejan de la realidad objetiva para ir hacia la deformación expresiva. El lema soberano de las búsquedas modernas está en llegar a la síntesis y a la expresión por medio de la composición, que comporta por supuesto la deformación. Que se tome el camino de la realidad mágica o metafísica, o la senda del superrealismo; que el artista se abandone a la emoción visiva y sensual, o se incline al cuchicheo subconsciente de la intuición, o se ampare en el amaño de los cánones; que cultive las abreviaciones constructivas y simbólicas de alguna taquigrafía cerebral; de una u otra manera se quiere elevar lo real al plano de sus equivalencias ideales. Lo que siempre se hizo y se hará en el arte, pero ahora con una evidencia mayor y acaso brutal frente a la realidad.”
“Hubo momentos en que pertenecieron a la escuela de París mejicanos entusiastas, brasileños, uruguayos, argentinos, chilenos y otros americanos del sur, del norte y del centro, que luego llevaron las simientes a sus países de origen”.
Cuando lo afirma, han transcurrido veinticuatro años de la fundación del Novecento en Italia y diecisiete desde su texto de presentación para la muestra del grupo que inaugurara en Buenos Aires, en la Asociación Amigos del Arte, el 13 de septiembre de 1930.