aconsejaban: “porqué no los pinta”, o “que lástima que haya empleado estos materiales tan desagradables en vez de óleo”.
Kemble, que nunca había expuesto su pintura figurativa, a la cual consideraba simplemente preparatoria, mostró por primera vez una polémica obra informalista en la muestra de Arte Nuevo, en 1958. En la primera exposición del Movimiento informal, un año después, presentó unas telas con grandes signos negros trazados sobre un fondo blanco. Parecían gigantescas escrituras del Extremo Oriente; también podían ser leídas como signos de negación, como tachaduras.
Kemble indagó insistentemente las posibilidades expresivas del blanco y del negro. La idea de utilizar solamente esos colores se la había sugerido un artículo ilustrado, publicado en la revista Art d’Aujoud’hui, dedicado a una exposición de Caligrafía abstracta japonesa que se realizó, en 1954, en Europa y en los Estados Unidos. Desde entonces, comenzó a practicar el trazado de sutiles grafismos espontáneos.
En su primera muestra individual, en 1960, en la Galería Peuser, expuso grandes telas en las que se advertía, además de las sugerencias de la caligrafía oriental, el entusiasmo por la cualidad expresiva de la austeridad, del despojamiento formal y cromático. Es indiscutible la admiración de Kemble por las obras de Robert Motherwell y de Franz Kline. Pero los