arpilleras, de papeles y metales; todos eran materiales desagradables o triviales. Las pinturas, expresiones de la “nueva materialidad”, estaban realizadas con empastes de escasa saturación cromática, con estratificaciones y sinuosidades. Sobre la materia ensayaba diversos procedimientos gráficos (rayado espontáneo, dripping, escrituras grabadas).
En mayo de 1961, con el nombre Paisajes suburbanos, presentó, en la Galería Pizarro, una segunda muestra de collages. Continuando la experiencia de la exhibición anterior, utilizó chapas de zinc, latas y otros metales herrumbrados. Según escribió, se había “inspirado en las viviendas construidas con esos mismos materiales, tan tristemente abundantes en la extensión de nuestro país”. Los títulos de algunas obras son indicativos de su carácter: Paisaje suburbano y El rey de los pordioseros. Pero Kemble evocaba las villas miseria sin recurrir al neorrealismo, como lo hizo Antonio Berni, en la serie de Juanito Laguna.
Antes de finalizar 1961, inauguró en la Galería Peuser otra exposición, en la cual retomó el tema de los grandes signos negros. Pero en esta ocasión los signos tenían sugestiones de tipo biomórfico. Los fondos actuaban como espacios envolventes y ambiguos. Los colores eran terrosos, y en algunas zonas se advertían las transparencias obtenidas por el arrastre de un trapo seco sobre el óleo fresco.