Luego de permanecer un tiempo en México, (Córdoba, 1934) se radicó en Buenos Aires, hacia fines de 1960. En 1961 expuso, en la Galería El Pórtico, una serie de cuadros que había realizado en México. Sus pinturas informalistas, que denotan cierto espíritu americanista, se basan en una estructuración muy libre de formas superpuestas, levemente irregulares. La materia, solo óleo sin aditamentos, está animada por un tratamiento superficial que le confiere una vibración particular, exaltada por las veladuras bituminosas que cubren toda la superficie y animan los tonos rojos bajos, ocres, tierras, negros, blancos. La superficie de los cuadros aparece parcelada en sectores dibujados por fuertes costurones de hilo que parecen sujetar los planos adyacentes.