Viaja a Italia junto a Gloria Vicario para visitar a su hermano. Se quedan dos meses en los que pasan por Venecia, la costa amalfitana y otros lugares.
En Venecia escribe:
“Siempre pienso que todo puede servir / que en una vulgar piedra puede esconderse un diamante / creo en la alquimia / Experimento mi alquimia y la de muchos otros / Soy esperanzada / Venecia me parece un museo / Una fantasía para turistas / Detesto a los turistas / Detesto hoy la solemnidad de tanta gente / La veneración ridícula de un pasado tan pasado / La cursilería de las campanas sonando / Llamando a una sacralidad desprovista de espíritu / Europa sos un cadáver opulento / Latinoamérica es un aborto que me duele profundamente / Un capullo trunco / Un fruto arrancado verde / La trágica negación de tantas posibilidades”.
Del viaje trae un Pinocho de madera que luego usa en una de sus obras.