Por consejo de sus padres ingresa en la Escuela Industrial de Artes Gráficas N° 9 del porteño barrio de Barracas. Allí aprende un oficio que tiene relación con sus inclinaciones artísticas y su gusto por el dibujo. Pasa por los talleres de encuadernación, tipografía, linotipia, offset, litografía, manejo de máquinas de impresión. Tiene como maestros, entre otros, a Luis Barragán, José Manuel Moraña, Vicente Forte, Leonardo Bardolla, Mateo Juan Saracino. Distéfano recuerda:
“Barragán fue un magnífico pintor y maestro. Conocerlo me produjo mi segundo gran deslumbramiento. Del mismo modo que Moraña y Forte era un artista de primer orden, pero lo más importante de sus clases era aquello que remitía a lo humano. No es que yo desprecie la técnica, ni que considere de poco valor lo que me transmitió en esa categoría de conocimientos [...] él constituyó para mí, ante todo, un ejemplo de vida. [...] Lo disfruté como profesor de taller cuatro horas por día, así que lo tuve cerca mucho tiempo y pude observarlo con detenimiento, ver cómo se movía, cómo se vestía, cómo agarraba el lápiz, la pasión que ponía en determinados asuntos y hasta las furias que le despertaban nuestras metidas de pata. Y sobre todo, pude comprobar su comportamiento moral. Su modelo me marcó mucho. Era un hombre íntegro, que vivía para su arte.