Al presentar la 6ª exposición anual de ARTE NUEVO no puedo dejar de recordar que el catálogo de la exposición con la que la asociación ARTE NUEVO inauguró sus actividades en 1955, llevaba una presentación mía. En ese corto período de seis años, un gran cambio se ha producido en la pintura contemporánea; se trata de un cambio de dirección: la pintura ha pasado de lo intelectual a lo vital. No hay duda que ningún cambio es gratuito, pues el artista es una antena hacia la realidad que lo circunda. Hoy más que nunca esa realidad está impregnada del clima espiritual del hombre, fundado en la lucha entre sus creaciones materiales, su mundo técnico y su aspiración a vivir una vida mejor, integral.La misión del artista es hacer visible, empleando los medios que le son propios, toda esa realidad invisible que nos rodea. Movido por estos mecanismos, un colosal fermento vital promueve la creación artística en nuestros días. El artista contemporáneo borra la falsa línea trazada entre objetividad y subjetividad. Huye a menudo de las formas precisas que limitan su intensa necesidad de expresar directa y crudamente lo vital. Utiliza grafismos y signos que no tienen más significado que el oscuro procedente del impulso espontáneo que los traza: se convierten también en hechos de puro sentido vital. Nunca como ahora la pintura afirma al hombre como integralidad, al hombre viviente además de pensante, al hombre concreto, no a la abstracción hombre. No quiere decir esto que se hayan detenido los avances en el terreno de las puras experiencias visuales; en el terreno de la utilización de formas rigurosas hay también una tendencia al cinetismo, al movimiento, a la utilización de las cualidades energéticas de las formas o a la dinamización del espacio. Lo positivo es que se ha ampliado al máximo el ángulo de abertura de la pintura contemporánea que va desde lo riguroso a lo informal pasando por todas las escalas intermedias posibles. La pintura torna así posición en el mundo del hombre, no es indiferente a sus problemas; los incorpora y las transmuta en esa materia ardorosa y elocuente que es la materia del arte.