de las primeras agrupaciones gremiales organizadas por los inmigrantes italianos de militancia anarquista– y un perro callejero que se revuelve sobre su lomo para rascarse. Todo trasunta humildad, lucha por superar la pobreza y alcanzar algún sueño, melancólicamente expresado en la mirada de la figura. El color estridente con que está resuelta la escultura refleja la particular policromía del barrio y se organiza sobre el cuerpo del niño y los objetos en sectores bien delimitados por las líneas remanentes de los taseles empleados en el vaciado de la obra, dejando las rugosidades de esas juntas, que generalmente se ocultan con un cuidadoso pulido, pero que aquí contribuyen a marcar ciertos rasgos de rusticidad.
Entre las obras que proyecta, Distéfano está preparando otro homenaje a la pintura argentina, esta vez dedicado a Ramón Gómez Cornet a partir de la figura de su obra La urpila, atesorada por el Museo Nacional de Bellas Artes.