En
El arado de 1901, compone el espacio con toques de pincel que dejan su impronta matérica,
creando una superficie vibrátil, acentuada en su luminosidad por el uso de complementarios. El dibujo comienza a desaparecer al construir las formas a través de pequeños planos de color yuxtapuestos, aunque persiste la línea modulada que traza el contorno del arado que refuerza su ubicación en primer plano. Por su parte,
Arando de 1902, muestra trazos más expresivos, con toques de mayor saturación y donde los complementarios siguen conformando tanto el follaje como las arquitecturas del fondo, construidas a través del tinte.
La incidencia de artistas que trascienden los imperativos impresionistas como Van Gogh, se hace palpable en obras como
En plena naturaleza (1901). Aquí el paisaje aparece modificado por la mirada interior del artista, puesta de manifiesto sobre todo por una pincelada tumultuosamente expresiva, ejecutada en forma espontánea, que Malharro seguirá empleando en muchas otras obras. Significativamente esta tela está realizada en Auvers-sur-Oise, lugar donde Van Gogh llevara adelante el último período de su producción.
En
Estatuas en el Parque (1902) y
Nocturno (1909), puede verse su inclinación hacia el simbolismo, ya presente en Argentina a través de la obra de Schiaffino.
Nocturno, con su rancho, palenque y caballo sumidos en las penumbras matizadas del paisaje es, además, un buen ejemplo de un motivo regional visto desde la perspectiva de una estética moderna. Al respecto la posición del artista es clara: “Es indudable que el arte puede y debe ser nacional, concreto, hablar la lengua del país y, participando de sus emociones, ser un reflejo de éste”.
Si el impresionismo se basa, entre otros principios, en captar la incidencia de la luz sobre los objetos y mostrar cómo éstos se ven modificados por ella a diferentes horas del día, resulta curioso considerar al nocturno, dentro de este panorama, como un tipo especial de iluminación. Más bien es un tema propio del simbolismo, tal como lo son el sueño o las ensoñaciones capaces de revelar el mundo interior. El tratamiento de la noche implica un cambio de paleta, un viraje a los colores fríos, predominantemente a los azules violáceos. Es aquí donde la íntima sensibilidad del artista se amalgama con el objeto representado. Ya no importa la captura del instante, ni la transcripción de lo percibido, no es la impresión retiniana lo que se impone, sino las distintas emociones frente al espectáculo visual, que pueden deformar los objetos hasta hacerlos de difícil discernimiento. Es el caso de Estatuas en el parque, donde las esculturas reciben el mismo tratamiento por manchas con que se resuelve el paisaje.