También son críticos los contextos del arte. Desde mediados de la década del ‘60 hace su aparición una tendencia de corte racionalizador que se apropia de las prácticas experimentales del lapso inmediatamente anterior –el arte en el paisaje o
land art, el arte ecológico, el
minimal art–, con nuevo talante: una producción metódica, que se vale de los discursos de la ciencia y especialmente del modelo estructuralista y los avances de la semiótica, cobra protagonismo.
Son los albores del conceptualismo,
vasta corriente que, no sin matices ni discrepancias, engloba diferentes perspectivas sobre el suelo común de una concepción de la obra como acto intelectual, que ha de producir ideas antes que formas plásticas. Y estos debates tienen en el grupo CAyC un despliegue sostenido a lo largo de varios años, organizado, como se verá, en torno de la apropiación de la noción de sistema
como eje de producción. El grupo enhebra esta preocupación con otra que lo acompaña a lo largo de todo el recorrido: la definición y desarrollo de un arte latinoamericano, punto conflictivo pero también fructífero que define, desde los primeros tiempos, el anclaje de la obra en su contexto geopolítico y social de producción. Luego, en los últimos años, produce una temática decididamente regional: los mitos de América originaria, el pavor de la conquista y sus emblemas de dominio, la historia del siglo XIX y la de las pestes y los genocidios.