ese momento, suerte “efectos personales” artísticos que pudieran ayudar a instalarse y, sobre todo, a proseguir el trabajo en un lugar extraño.
Instala su taller cerca del Tibidabo. A pesar de la pesadumbre del exilio y la situación por la que pasa el país, es una etapa muy creativa y de mucho estudio. La escultura románica catalana va ser objeto de sus indagaciones.
Viaja por España, Francia e Italia. En esta época ejecuta una versión de tamaño mayor de El rey y la reina, en la que se mantienen las referencias a la estatuaria egipcia. También realiza En un camino I, Autorretrato, Cabeza amarilla, Salto y las dos versiones en diferentes posturas de Ícaro. Estas obras tienen sus correlatos en finísimos dibujos, la mayoría de las veces como estudios previos y en ocasiones en paralelo a las esculturas como reflexiones plásticas posteriores que privilegian algún aspecto de la figura.