Realiza sus primeros objetos que incluyen materiales encontrados, intervenidos por su propia mano. De diferentes maneras ensambla alambre tejido, trapos encolados, chapa, plástico, aluminio, espuma de goma y madera sobre los que opera con esmalte sintético, para producir una serie de obras entre las que cabe mencionar
Mono y esencia,
Torso,
Carozo de durazno–que abordada desde la ironía sutil del título y reforzada por su forma, refiere a los genitales femeninos–
y
Autorretrato con bronca cuya clara finalidad expresiva puede enmarcarse en los neoexpresionismos que imperan en esos años. Fernando Fazzolari, recordando el momento, refiere que “más que la librería Artística Leidi, los proveedores de nuestros materiales eran los containers de la calle”. Por su parte Fernando Bedoya, que había conocido a Liliana el año anterior, señala que más que concentrarse sobre el significado de trabajar con objetos fortuitamente encontrados, insistían en el concepto de “reciclaje” con que procesaban cada elemento que recogían, “no como desecho, como dándole otra función, sino para trabajar con el objeto desde otra perspectiva, una cosa