lugar menos al paso, más escondido. Fue una obra muy elogiada el día de la inauguración por dos teólogas norteamericanas. Una de las artistas que participaba en la exposición era Safina Newery, que había sido monja pero además era antropóloga y se especializaba en los mitos indígenas. Estas teólogas eran amigas suyas y las había traído a la exposición. A ellas les había parecido magnífica la obra, con mucho humor, muy atinada. Fue una gran contradicción lo que sucedió, ellas son mujeres que siguen siendo teólogas católicas, muy importantes en EE.UU., parte de un movimiento que se llama católicas por el derecho a decidir”.