El artista trabaja ya con figuras recortadas en las que progresan volúmenes y espesores reales, combinados con los creados por la ficción pictórica, circunstancia que aumenta la ambigüedad e inestabilidad de las composiciones. Para estas obras la clásica tela de pintor resultaba frágil motivo por el cual utiliza armazones de madera, lona y enduídos, procedimiento engorroso por lo poco maleable del material de base.
Participa, junto a otros 43 jóvenes, entre los que se encuentran Nelson Blanco, Héctor Borla, Delia Cancela, Zulema Ciordia, Delia Cugat, Ricardo Garabito, Narcisa Hirsh, Pablo Mesejeán, César Paternosto, Néstor Pellegrini, Alfredo Portillos, Dalila –entonces Delia– Puzzovio y Carlos Uría, en el Premio Ver y Estimar, que se exhibe en el Museo Nacional de Bellas Artes. Basilio Uribe se interesa por su obra, lo asocia a modelos artísticos expresionistas y le augura un futuro promisorio como pintor. Tres décadas más tarde el artista se expresaba sobre aquella época de la siguiente manera: