Realiza la exposición Anuncio y Asunción en la Galería Tema de Buenos Aires en cuyo catálogo aparece un notable ensayo de Ricardo Martín-Crosa. Allí anuncia el cierre del ciclo de obras que van desde las entrañas hasta los seres de hueso, cartílago y carne que, destrozados, buscan su unidad. Al respecto advierte:
“Esta escultura quema en carne viva porque es una forma ineludible de conciencia. Nos arranca a nuestro ensueño de fieras y desuella nuestro corazón, para salvarlo. Nos invita a una sacral fraternidad 'con todas las mutilaciones y las faltas del mundo'.”
La representación tiende a mostrar o, al menos, a dar mejores elementos para percibir cuerpos completos, aunque se encuentren en estado de disolución como en Viaje –que más tarde recibiera el título de La nave–, en la que un cadáver contagia su degradación al que es su último transporte: un ataúd. En otra de las piezas expuestas plantea profundos